Biografía

Don Baltasar Pardal Vidal nace en Santa Cristina de Fecha (A Coruña), el 18-08-1886, en el seno de una familia humilde pero firmemente basada en los valores cristianos, vividos con una fe sencilla. Era el tercero de cuatro hermanos. Su padre tuvo que emigrar a Buenos Aires para sostener a la familia. Su madre fue la responsable de la educación de sus primeros años.
D. Baltasar decía de su madre: “Mi primera maestra, que sin saber de letras, me ha enseñado una ciencia que en ningún libro he podido hallar”. Al calor de este Hogar nació su vocación al sacerdocio. Ayudado por su Familia y por su Párroco, ingresó en el Seminario de Santiago de Compostela en 1900. El joven Baltasar debía hacer a pie el camino que separaba su casa del Seminario… muchas de las veces, con los zapatos en la mano para no gastar las suelas.
El 17 de diciembre de 1910 es Ordenado Sacerdote, (su padre acababa de fallecer) y celebró su Primera Misa al día siguiente ofrecida por él. El día de su ordenación expresa: “Madrugué y me dirigí al Sagrario, donde, postrado me entregué al Señor, como un niño que se ve ante algo muy grande que le asombra y no sabe qué decir, sino creer y confiar en Él”.
El 1 de Junio de 1912 es nombrado Coadjutor de la parroquia de Sta. María del Azogue de BETANZOS (A Coruña). Allí descubre el valor del “trabajo en equipo” y “se acrecienta su vocación por el Catecismo”.
El 12 de Febrero de 1913, es nombrado Coadjutor de la Parroquia de S. Nicolás de A Coruña, en la que se encargará de la catequesis de niñas en la Capilla de Atocha, germen de sus fundaciones: La Grande Obra de Atocha -fundada el 30 de agosto de 1923- y el I.S. Hijas de la Natividad de María.
El Carismático catequista de multitudes, fue nombrado Moderador del Catecismo y Visitador de la Doctrina Cristiana para la Archidiócesis Compostelana, el 5 de abril de 1933.
Durante cuarenta y cinco años desempeñó también el cargo de Magistral de la Real e Insigne Colegiata de Sta. María del Campo de A Coruña.
Fallece el 3 de marzo de 1963 y es enterrado en el Salón-Capilla de su querida Grande Obra. En la lápida de su sepultura pueden leerse sus palabras: “Mi deseo es quedar entre los niños para continuar haciendo con ellos las Visitas a Jesús Sacramentado”.
El día de su funeral el Cardenal-Arzobispo de Santiago, Mons. Quiroga Palacios, expresó: “Como corriente de agua suave y silenciosa, así pasó su vida Don Baltasar Pardal. No nos hubiéramos dado cuenta de que él pasaba si no fuera por la vegetación exuberante que iba produciendo en las riberas; por los frutos granados de su paso por la vida. Él, callado y silencioso; él, humilde y recatado. Pero sus obras estaban allí. Unas obras que eran hijas de él ciertamente, pero que eran hijas ante todo y sobre todo de Dios nuestro Señor, con el cual él se había unido y que fecundaba maravillosamente sus actuaciones…”