FINES de sus Fundaciones?
Don Baltasar tenía muy claro lo que Dios le estaba pidiendo. Cada día crecía más su amor por la EUCARISTÍA, su delicada y ferviente devoción a MARÍA, su deseo ardiente de dar a conocer estos dos AMORES a cuantos tenían contacto con él, su clara Predilección por los NIÑOS, los POBRES de toda clase y los SENCILLOS de la tierra que quisieran “hacerse como niños del Evangelio”.
Sus FUNDACIONES no tenían otro FIN que no fuera DIOS: su GLORIA y la Propagación de SU AMOR a todos los hombres. Fiado enteramente en la PROVIDENCIA DIVINA, se ENTREGA en cuerpo y alma a llevar a cabo la MISIÓN que el Espíritu Santo le estaba inspirando. Su vida fue una ENTREGA INCONDICIONAL a la VOLUNTAD de DIOS. Hay una Máxima suya en el frontispicio de la Entrada Principal al GRAN SALÓN-CAPILLA de su Grande Obra que dice: “Mientras haya en el Sagrario un HAMBRIENTO, y pobres hambrientos junto al Sagrario, no habrá tiempo en esta Obra para pensar, hablar, comentar o tratar otros intereses que no sean la EUCARISTÍA y los POBRES”.
Su ansia de llevar el MENSAJE de CRISTO a TODOS, le hace atravesar el Atlántico y llevar su OBRA y su INSTITUTO a URUGUAY y VENEZUELA.